Etapa logográfica
Entre los cuatro y cinco años, aproximadamente, el niño pasa por una etapa en la que puede reconocer de manera global algunas palabras que le son familiares por su disposición, su contorno, su formato o el contexto en el que se producen. Así ocurre con letreros de algunas marcas de coches, su propio nombre, títulos de dibujos animados, anuncios, carteles y otras configuraciones gráficas que les puedan interesar y con las que tiene frecuentes contactos.
Este reconocimiento se produce mientras las palabras familiares se presentan en su contexto y en su disposición habitual. El niño puede reconocer, por ejemplo, el letrero de coca cola en una botella, pero no lo hace cuando aparece fuera del contexto y con otro tipo de letras. Se trata, pues, de una estrategia de reconocimiento semejante a la que le permite reconocer objetos o logotipos.
Es el momento en el que el niño establece claras relaciones entre el lenguaje escrito y el oral. Para ello, es necesaria la mediación de otra persona que sepa leer y que le inicie en el establecimiento de tales relaciones.
En la etapa logográfica, el niño es todavía incapaz de segmentar o descifrar las secuencias gráficas, aunque ya pueda distinguir algunas letras que haya aprendido del mismo modo que las palabras-logos. Ello induce erróneamente a algunas personas a pensar que, cuando se pasa por esta fase niño, el niño es capaz de leer.
Los educadores pueden ayudar a favorecer la superación de este nivel proponiendo tareas de reconocimiento de etiquetas y carteles variados en los que figure el nombre del niño o niña, el de sus compañeros y compañeras de clase, nombres de animales, de objetos fácilmente reconocibles, etc., acompañados de su correspondiente ilustración. También son muy adecuadas las actividades de juegos de segmentaciones de palabras, de rimas y otras experiencias que contribuyan a concienciar sobre la correspondencia entre palabras escritas y sus significados y entre los grafemas y su correspondencia fonológica.
Etapa alfabética.
En la fase alfabética, el niño toma conciencia de que las palabras se componen de elementos o unidades fónicas y que existe correspondencia entre estas unidades y sus representaciones gráficas o grafemas. Ello le capacita para segmentar secuencias sonoras y asociar los distintos fonemas con su correspondiente grafía. Es el momento de la adquisición de la conciencia fonológica o capacidad de un sujeto para darse cuenta de que la palabra hablada consta de una secuencia de sonidos básicos. Estos sonidos están representados por grafemas, cuyo reconocimiento y dominio permitirá descifrar el código escrito.
En esta etapa, que por lo general va de los 4 a los 6 años, la percepción y discriminación visual del niño se va agudizando y esto le permite distinguir disposiciones gráficas que hasta entonces le resultaban imperceptibles. Es el caso de las letras d, p, b, q, que conservan en la rotación la identidad de la forma, pero que ya son distinguidas por el niño como grafías que corresponden con fonemas diferentes.
Durante el proceso de adquisición de la conciencia fonológica, se desarrolla la capacidad de interpretar y atribuir significado a las distintas combinaciones de las letras que representan a los fonemas, según sea su secuenciación. Así, por ejemplo, pito no es lo mismo que pato ni que tapo, aunque contengan los mismos fonemas representados por sus correspondientes grafemas. El orden de secuenciación de los componentes de estas palabras es distinto. Otro aprendizaje importante consiste en desarrollar la habilidad de leer palabras con la cadencia y el ritmo necesarios para adjudicarles significado. Es muy frecuente que, después de leer silabeando una palabra, como puede ser el caso de e-le-fan-te, el niño repita "¡ah!, elefante!".
Se trata, pues, de una etapa que requiere grandes esfuerzo a los pequeños; de ahí que algunos necesiten un período considerable de tiempo para superarla. Por ello, en el aula de educación infantil, se han de promover tareas que motiven a los niños y contribuyan a facilitar las estrategias y habilidades necesarias para la adquisición del código escrito.
Entre las actividades que se pueden llevar a cabo en el aula de educación infantil para favorecer la superación de esta etapa, recogemos las mencionadas por la profesora Defior (1996):
Reconocimiento de rimas, ritmo y versos sin sentido
Segmentación de las palabras en sus sílabas
Identificación de los fonemas iniciales de las palabras
Coloquios metalingüísticos sobre los sonidos que componen el lenguaje
Efectos de añadir y omitir los fonemas iniciales de las palabras
Segmentar palabras en sus fonemas con palabras de dos fonemas
Segmentar palabras en sus fonemas con palabras de tres fonemas
- Sintetizar o combinar fonemas para formar palabras.
El uso de materiales de apoyo (láminas, signos gráficos, fichas, letras, etc.) facilita la ejecución de las tareas. Estos apoyos se irán suprimiendo a medida que los niños no los necesiten para sus aprendizajes.
Es conveniente, además, utilizar todo tipo de recursos lúdicos para que las tareas sean motivadoras y se mantenga la atención de los niños: juegos lingüísticos, tren de palabras, canciones cambiando una letra de las palabras o anulando una palabra, trabalenguas, juegos con familias de palabras, poesías y rimas, lenguajes secretos de diversos tipos, contraseñas, hablar como los robots, etc.
Existen algunos materiales en el mercado que pueden ayudar a diseñar actividades de tipo lúdico, en las que se trabajen estas habilidades (lotos, imágenes, etc.). Con éstos y otros recursos didácticos que se elaboren, se pueden ir introduciendo los distintos tipos de tareas que hemos visto anteriormente, teniendo en cuenta su orden de dificultad.
Etapa ortográfica
La superación de la etapa alfabética no supone que se han acabado las dificultades del proceso que capacita para ser un lector competente. Los lectores hábiles son capaces de reconocer a simple vista un buen número de palabras sin necesidad de ir descodificando a partir de sus grafemas... Cuando los niños leen repetidas veces las mismas palabras, acaban percibiéndolas como unidades léxicas, sin que tenga que mediar el deletreo para su correcta percepción. Según Frith (1989), esta habilidad aumenta espectacularmente a partir de los siete u ocho años, siempre que los niños practiquen la lectura con regularidad.
Si un niño no supera bien la etapa alfabética, su lectura será más lenta y menos comprensiva, ya que su atención estará centrada en práctica de habilidades de descodificación ...; en la etapa ortográfica, la atención del lector se dirige fundamentalmente a atribuir significado a lo que lee.
A partir de la superación de la etapa anterior, el niño va desarrollando estrategias que posibilitan el reconocimiento inmediato de morfemas y unidades de sentido. No se trata ya de un tipo de reconocimiento logográfico de las palabras, sino de una habilidad para percibir instantáneamente la composición de las mismas en distintos contextos (y con distintos tipos de letras) y con capacidad de detectar posibles errores, como pueden ser supresiones o añadidos de letras, alteración del orden de secuenciación, etc.
De hecho, la descodificación y la lectura global son procesos que se dan en cualquier lector. Lo que cambia fundamentalmente es el peso que se concede a cada uno de estos procesos en función del grado de aprendizaje y de las características del texto que se propone. Los principiantes descifran casi la totalidad del texto y sólo leen globalmente algunas palabras muy concretas aprendidas anteriormente. Los lectores expertos, en cambio, leen globalmente y sólo tienen necesidad de descodificar cuando se encuentran delante de una palabra técnica, desconocida o que presenta rasgos impropios de la lengua en que se está leyendo.
Aunque el modelo de Frith (1989) está avalado por datos empíricos, no todos los investigadores están de acuerdo en que los niños pasan necesariamente por esas tres etapas y en el orden que se ha indicado. Parece que el proceso depende de factores como el método y las experiencias lectoras que se proporcionan a los niños. Además, estas investigaciones están realizadas en el ámbito del idioma ingles que, como se ha dicho, muestra poca correspondencia gráfo-fonológica y, consecuentemente, prioriza la iniciación de la lectura a través de la ruta léxica con métodos de los llamados sintéticos o globales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario