martes, 12 de abril de 2016

Proyecto Educativo Innovador

Proyecto
Educativo
Innovador



1.    Introducción
Los proyectos educativos innovadores son una eficaz estrategia de aprendizaje, que genera de una manera distinta, creativa, motivadora y divertida aprendizajes significativos en los estudiantes.
Su principal objetivo es mejorar la calidad de la educación, sus principales criterios están dirigidos a desarrollar propuestas educativas que respondan a la realidad de los alumnos, promover transformaciones curriculares flexibles acorde con las necesidades de estos y crear condiciones permanentes para que las experiencias innovadoras se conviertan en una práctica institucionalizada.
Si bien la innovación implica cambio, no todo cambio es innovación ya que esta supone una transformación, un cambio en las estructuras y concepciones existentes, en la metodología, las relaciones interpersonales, la concepción del proceso enseñanza-aprendizaje, la organización o el funcionamiento de la escuela o aula de aprendizaje.
Se entiende que lo innovador debe ser original en función de una situación determinada pero que debe estar  en relación con lo aplicado antiguamente.
Para que los cambios sean profundos y permanezcan es fundamental que tengan sentido y sean compartidos por aquellos que han de llevarlo a cabo, es decir, debe responder a sus preocupaciones y necesidades. La apropiación de este cambio será factible cuanto mayor sea el grado de participación de los que están directamente involucrados.
En este sentido, cuando las innovaciones no surgen del equipo educativo, si no que han sido promovidas por agentes externos, es importante generar una serie de acciones que permita que estos se apropien y hagan suyo el sentido del cambio.
En relación con lo anterior un Proyecto educativo Innovador es una respuesta integral, centrada en las resoluciones de problemas, donde se realiza un conjunto de acciones, con el objetivo de lograr un cambio duradero en la calidad de la educación.
Por lo tanto se desarrollara el siguiente informe, donde se plantean sus principales características.



2.    Definición

    “ La innovación educativa es un proceso que involucra la selección, organización y utilización creativa de elementos vinculados a la gestión institucional, el currículum y/o la enseñanza, siendo normal que una innovación educativa impacte más de un ámbito, ya que suele responder a una necesidad o problema que regularmente requiere una respuesta integral.
Para dar una respuesta integral se debe seguir un modelo centrado en la resolución de problemas, esto implica realizar un conjunto de acciones que necesariamente deben ser desarrolladas de una manera deliberada y sistemática con el objetivo de lograr un cambio duradero que pueda ser considerado como una mejora de la situación previamente existente.
El desarrollo de ese conjunto de acciones debe ser impulsado por una gestión democrática que permita, por una parte, otorgarle una dirección horizontal al proceso de elaboración, y por la otra, lograr que el cambio se viva como una experiencia personal, que a su vez, involucra la cooperación de diferentes actores” (Barraza 2005).
“(un) conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, mediante los cuales se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas educativas vigentes. La innovación no es una actividad puntual sino un proceso, un largo viaje o trayecto que se detiene a contemplar la vida en las aulas, la organización de los centros, la dinámica de la comunidad  educativa  y  la  cultura  profesional  del  profesorado.  Su  propósito  es  alterar  la realidad  vigente,  modificando  concepciones  y  actitudes,  alterando  métodos  e intervenciones y mejorando o transformando, según los casos, los procesos de enseñanza y aprendizaje. La innovación, por tanto, va asociada al cambio y tiene un componente – explícito  u  oculto- ideológico,  cognitivo,  ético  y  afectivo.  Porque  la  innovación  apela  a la subjetividad del sujeto y al desarrollo de su individualidad, así como a las relaciones teoría práctica inherentes al acto educativo (Jaume Carbonell).”
“la  innovación  educativa  es  la  actitud  y  el  proceso  de  indagación  de  nuevas  ideas, propuestas y aportaciones, efectuadas de manera colectiva, para la solución de situaciones problemáticas de la práctica, lo que comportará un cambio en los contextos y en la práctica institucional de la educación ( Francisco Imbernón).”
En suma, podemos afirmar que la innovación es una realización motivada desde fuera o dentro de la escuela que tiene la intención de cambio, transformación o mejora de la realidad existente en la cual la actividad creativa entra en juego.

3.    Origen

Las innovaciones están vincula­das a la idea de novedad, no necesariamente de reflexión. Esta es una característica de la sociedad estadou­nidense que se ha mimetizado después de la Segunda Guerra Mundial desde Europa hasta Corea del Sur. La noción predominante sería la señalada por Hord (1987) para quien una innovación es "cualquier aspecto nuevo para un individuo dentro de un sistema". El énfasis de esta definición estaría en los aspectos de novedad, particulari­dad (para quién) y de globalidad (en relación a).
La idea de novedad es una característica del espíritu de la modernidad, y ha servido como justi­ficación a las diferentes propuestas sobre el desarrollo ilimitado, la libre empresa y la competencia industrial. La obsesión por "lo nuevo" minimiza o no tiene en cuenta el conocimiento acumulado, y se ve en la necesidad de reformar una y otra vez, de forma pendular o circular, sin que se aprovechen de forma efectiva el conocimiento generado por las experiencias anteriores (Cuban, 1990).
La noción de innovación está vinculada a la industria, la gestión empresarial, y su finalidad es el aumento de la productividad, el consumo y los beneficios económicos. Hasta la Segunda Guerra Mundial, y desde la perspectiva europea, la mejora de la escolaridad estaba ligada a personalidades del mundo de la cultura (entendida en un sentido amplio), a pedagogos/as que tenían ideas y las llevaban a la práctica (desde Decroly a Montesori o Stem, desde Ferrer y Guardia y Giner de los Rios a Rosa Sensat). En los EEUU las innovaciones y reformas escolares pasan a ser promovidas por los gobiernos, las fundaciones con intereses en el sistema de producción y los expertos. Este modelo, al convertirse los EEUU en la potencia hegemónica, se extiende a otros países, que, como sucede con los de Europa Occidental, dejan de apoyarse en las iniciativas de los profesores y de figuras relevantes de la cultura, para quedar asumidas por los gobiernos estatales.
 El modelo cultural y económico que se mimetiza se basa en la visión competitiva, individualista, funcional y pragmática de la vida y la sociedad estadounidense.
La justificación para que el lide­razgo de la innovación y el cambio sean asumidos por la Administración, se fundamenta en la idea de que la res­ponsabilidad democrática de gobierno, ha de garantizar el derecho a la educación de los ciudadanos. Derecho que se concreta, no sólo en facilitar los recursos para la enseñanza escolar, sino en precisar el qué y el cómo estos ciudadanos deben aprender.

Esto puede conllevar a una homogeneización del conocimiento y de la sociedad, a no ser que los gobiernos asuman la representatividad, mediante negociación, de los diversos sectores sociales, especialmente de los menos favorecidos.
En las sociedades actuales, las clases con más recursos económicos, asisten a instituciones donde el control del estado y los gobiernos queda atempe­rado y la influencia de estas ideas se diluye por la idea de "calidad" (excellence) que suele acompañar a estas instituciones.
En los EEUU, la noción de inno­vación se traspasa, en la década de los años cincuenta, de la gestión de la industria y la agricultura a la educación escolar. Para Fullan (1993) las innovaciones y las reformas a gran escala son algo de la época postSput­nik, es decir, de hace menos de 50 años. En el caso de los EEUU, que suele servir de modelo y referencia cuando se aborda el tema de las inno­vaciones escolares (González y Escu­dero, 1987). Estas cuatro décadas se han caracterizado en opinión de auto­res como Hawley (1992) y Fullan (1993), por el predominio, en cada una de ellas, de una estrategia diferen­te a la hora de perfilar y concretar las políticas relativas a las reformas e innovaciones educativas.
Las innovaciones y reformas educativas (la diferencia entre estos dos términos tiene que ver sobre todo con la extensión del cambio que se quiere promover: en el primer caso más local y centrado en una parte de la actividad escolar; en el segundo, más general, y con interés de que afecte a todo el sistema o a un aspecto fundamental del mismo) suelen reflejar intereses externos a la propia escuela (problemas sociales, productivos, políticos, tecnológicos...). Se espera que al intervenir en la enseñanza escolar los problemas se solucionen y las circunstancias cam­bien. Como dice Cuban (1990) "cuando a la sociedad le pica algo se rasca en la escuela”.
En el caso de los EEUU el lanza­miento del Sputnik cuestionaba el equilibrio entre las dos potencias en la época de la Guerra Fría. El esfuerzo del gobierno federal para mejorar la enseñanza de las Matemáticas y las Ciencias fue la respuesta desde la escuela a una cuestión de defensa e influencia estratégica. Por la misma época tenía lugar la lucha por los derechos civiles, frente a las desigualdades sociales y étnicas. En este con­texto, una reforma educativa podía contribuir, se pensaba, a paliar estas desigualdades y las evidentes situacio­nes de injusticia.
Esta doble coinciden­cia hizo que el gobierno federal pusiera todos sus esfuerzos, no sólo en facilitar los fondos, sino en dirigir e impulsar las estrategias encaminadas a la transformación de la educación escolar.

Con estos objetivos se llevaron a cabo nuevos programas, se escribieron nuevos libros de texto, se prepararon materiales, se organizaron varios congresos y se llevaron a cabo múltiples planes de formación en los que se presentaban tanto las metas a lograr, como los materiales curriculares que los docentes podían utilizar para lograrlas.
 El lenguaje y la urgencia de la necesidad de innovaciones y reformas suele plantearse de fuera a adentro de la escuela. Desde los medios de comunicación, la actuación de los expertos y de los políticos se inicia un discurso en el que se sostiene que la escuela ha de plantearse nuevos retos a raíz de los cambios sociales y productivos y de la cultura política que se deriva de todo ello. Estos retos comportan cambios, a veces fundamentales, en la forma de entender la función de la enseñanza escolar, el papel del profesorado, la selección y articulación del conocimiento curricular, etc. Los cambios que se proponen para la escuela no tienen en cuenta, por lo general, la cultura, el saber y la experiencia de quienes ya están en la escuela, y van a seguir en ella cuando se planteen nuevos cambios y refor­mas.
 Las innovaciones y las reformas se suelen basar en un modelo cientifista (esencialmente tecnológico) que cree en la 'bondad de la ciencia' y en la existencia de estructuras estables y por tanto objetivables y controlables. Desde la concepción de que es posible prefijar las estructuras de enseñanza y aprendizaje, éstas se pueden estudiar y controlar mediante la intervención educativa. Esta perspectiva conlleva que si una propuesta 'falla' quien falla es el profesorado que no la ha sabido llevar a la práctica. En el caso de los EEUU, durante los años 60, los innovadores se plantearon de una manera incuestionable que las innovaciones eran 'buenas' y válidas por sí mismas porque estaban fundamentadas en un conocimiento considerado científico (con la noción de 'ciencia' que esto comporta). Por entonces se había creado un ambiente en el que estar innovando era estar a la moda y en el que, cuestionar las innovaciones o mostrar desinterés por ellas, era poco menos que ser un retrógrado. Como indica Fullan (1993: p. 118) "había que participar en las innovaciones porque ese era el nom­bre del juego que se estaba jugando".

 ¿Cuál era la noción que estaba presente en estas innovaciones y en la forma de llevarlas a la práctica? En el informe de un seminario organizado por la OCDE (Oficina para la Coope­ración y Desarrollo Europeo) en 1969 se define una innovación como "la búsqueda de cambios, que de forma consciente directa tiene como objetivo la mejora del sistema educativo". En este sentido, una innovación no es sólo algo nuevo, sino algo que mejora y que permite mostrar los resultados de tal mejora. Lo que implica en la práctica seguir un modelo que simplifica la complejidad de la realidad. Este modelo se fundamenta en la idea tecnológica de que lo importante es prestar interés al diseño y a los resultados obtenidos con las innovaciones. La 'bondad' intrínseca de este diseño y sus intenciones de mejora de la enseñanza, restan atención a las incidencias de su puesta en práctica, ya que se considera que el profesorado lo adoptará de inmediato y lo llevará a la práctica tal y como ha sido preestablecido.
House (I 988) incluye a este tipo de innovaciones y reformas en una perspectiva tecnológica que susti­tuye la base de referencia implícita en las innovaciones llevadas a cabo hasta entonces, que partían de los directamente implicados en la educación escolar (en el caso europeo esto era evidente) por un enfoque sistemático y racional. Este modelo iba ligado a los cambios que se estaban produciendo en la industria y en la agricultura, especialmente de EEUU, y llevaba pareja la idea de que tecnología era sinónimo de progreso. Bajo este enfoque, las mejoras se producían más en los métodos y en los materiales que en los conocimientos y relaciones entre los diferentes agentes educativos.
 En la actualidad después de analizar los éxitos y fracasos de la serie de reformas e innovaciones llevadas a cabo en los últimos cuarenta años (Fullan, 1993), se está considerando la necesidad de no perder de vista las características y peculiaridades de la escuela como institución, con una historia, una organización y una confluencia de biografías. En este contexto se está comenzando a hablar más de la necesidad de reestructurar la escuela, que de reformar o de innovar la enseñanza. La idea clave radica en la necesidad de contar con instituciones capaces de aprender por sí mismas y de sí mismas como forma de dar respuesta a una realidad cambiante (Sange, 1990).

4.    Fundamentos

BLANCO y MESSINA, (2000) sostienen que uno de los problemas más importantes en relación con la innovación es la falta de un marco teórico suficientemente desarrollado que permita identificar qué es o no innovador en el ámbito educativo.
A partir de un estudio del Estado del Arte de las Innovaciones Educativas en América Latina y el Caribe, propiciado  por  el  Convenio Andrés  Bello,  y  con  el  propósito  de  contribuir  a  una  mejor identificación  de  la  innovación  educativa  las  referidas  autoras  proponen  una  serie  de  rasgos  o criterios que pueden caracterizar una experiencia innovadora, frente a un simple cambio, ajuste o mejora del sistema educativo.
Su intención no es dar una definición única de innovación, sino proporcionar un marco general que permita la identificación y el análisis de las innovaciones. Conviene señalar que los criterios están estrechamente  relacionados  entre  sí,  y  son  el  conjunto  de  todos  ellos  lo  que  puede  definir  las señas de identidad de una innovación educativa.
a.    Innovación  supone  transformación  y  cambio  cualitativo  significativo,  no simplemente mejora o ajuste del sistema vigente.
Si bien la innovación implica cambio, existe consenso entre los diferentes autores respecto a que no  todo  cambio  es  una  innovación.  La  innovación  supone  una  transformación,  un  cambio cualitativo significativo respecto a la situación inicial en los componentes o estructuras esenciales del  sistema  o  proceso  educativo.  La  innovación  supone,  también,  partir  de  lo  vigente  para transformarlo. Por lo tanto, parte de un cambio en las estructuras y concepciones existentes.
 Así, por  ejemplo,  la  ampliación  horaria  o  la  adquisición  y  uso de  nuevos  materiales  didácticos,  son obviamente  un  cambio  o  mejora,  pero  sólo  podrán  llegar  a  considerarse  como  innovación  si  se producen cambios significativos respecto a la rutina establecida tradicionalmente en la escuela: la metodología, las relaciones interpersonales, la concepción del proceso enseñanza-aprendizaje, la organización o el funcionamiento de la escuela o el aula de aprendizaje.

La innovación educativa implica un cambio cultural que afecta a cada individuo, al grupo y al marco institucional. Implica cambios en las actitudes, en las creencias, en las concepciones y las prácticas en  aspectos  de  significación  educativa  como  la  naturaleza  y  función  de  la  educación  y  de  la escuela,  el  proceso  de  enseñanza-aprendizaje,  la  concepción  y  relación  con  el  conocimiento,  la estructura  y  funcionamiento,  y  las  relaciones  entre  los  diferentes  actores  involucrados.  La innovación tiene un carácter sistémico por la naturaleza misma de la educación y de la escuela, que  es un sistema abierto, de tal modo que la introducción de un cambio en  algún componente tiene repercusiones más o menos mediatas en los otros componentes con los que se relaciona e interactúa. En consecuencia, la innovación implica repensar todo el orden establecido y propender a su mejora.
b. Una  innovación  no  es  necesariamente  una  invención,  pero  sí  algo  nuevo  que propicia un avance en el sistema hacia su plenitud, un nuevo orden o sistema.
Las  transformaciones  que  se  producen  en  un  sistema  educativo  determinado  no  han  de  ser necesariamente  invenciones  o  algo  totalmente  nuevo,  para  ser  consideradas  innovaciones,  sino más bien algo nuevo o cualitativamente distinto de lo existente anteriormente y, por tanto, nuevo y distinto  para  las  personas  que  lo  utilizan.  Las  innovaciones  implican  un  nuevo  modelo, orden  o enfoque, una forma distinta de organizar y relacionar los componentes objeto de la innovación El significado etimológico de innovar (del latín innovare) da cuenta de este aspecto, porque innovar significa mudar o alterar las cosas, introduciendo novedades, mientras que inventar significa hallar o descubrir una cosa nueva o desconocida.
Con  mucha  frecuencia  se  entiende  lo innovador  como  aquello  que  quiere  ser  original  sin  admitir  precedentes,  es  decir,  cambiar  una realidad  que  hay  que  negar  de  modo  absoluto.  La  mayoría  de  los  autores  coinciden  en  que  lo nuevo se define en función de una situación determinada y en relación con lo antiguo.
c. La  innovación  implica  una  intencionalidad  o  intervención  deliberada  y  en consecuencia ha de ser planificada.
La  innovación  implica  un  cambio  deliberado.  Para  muchos  autores,  los  cambios  que  ocurren espontáneamente,  sin  una  intencionalidad  clara  y  una  planificación  no  pueden  ser  considerados innovación. El elemento de planificación es asumido en las definiciones clásicas de Huberman y Habelock y es para la mayoría de los autores un elemento para diferenciar una innovación de un cambio  general. 

Sin  embargo,  a  juicio  de  BLANCO  y  MESSINA,  el  elemento  clave  es  la significación del cambio y la alteración del sentido, y no tanto la planificación en sí. Obviamente la planificación  es  una  estrategia  que  ayuda  a  hacer  consciente  el  cambio  que  se  pretende  y contribuye a optimizar el proceso, siempre y cuando no se convierta en un elemento limitador que impida plantearse nuevas  preguntas o crear  nuevos  espacios durante el curso  de la innovación.
Innovar es un proceso que puede tomar cursos muy diferentes que difícilmente pueden predecirse de  antemano.  En  este  sentido  la  planificación  ha  de  considerarse  también  como  un  proceso constante que se va modificando en función de la dinámica que acontece en la práctica.
d. La innovación no es un fin en sí misma sino un medio para mejorar los fines de la educación.
La mayoría de los autores de la región de América Latina consideran que cualquier innovación ha de servir para un mayor logro de los fines de la educación y la mejora de la eficacia y calidad del sistema educativo. En este aspecto es importante señalar que a pesar de que la mayoría de las reformas educativas en marcha tienen como grandes finalidades mejorar la calidad y equidad del sistema educativo, la innovación se menciona sobre todo como un medio para mejorar la calidad más que la equidad.
e. La  innovación  implica  una  aceptación  y  apropiación  del  cambio  por  aquellos  que han de llevarlo a cabo.
Para que los cambios sean profundos y permanezcan es fundamental que tengan sentido y sean compartidos  por  aquellos  que  han  de  llevarlos  a  cabo,  es  decir,  han  de  responder  a  sus preocupaciones y necesidades. La apropiación y significación del cambio será más factible cuanto mayor sea el grado de participación de los directamente involucrados. En este sentido, cuando las innovaciones no surgen de los propios docentes, sino que se promueven por agentes externos, es preciso llevar a cabo una serie de acciones para que los docentes se apropien  y hagan suyo el sentido del cambio.
f. La innovación implica un cambio de concepción y de práctica.
La innovación educativa implica una nueva concepción y práctica educativa que, a su vez, quede abierta a nuevos cambios para evitar el inmovilismo dentro de la propia innovación.

Este puede ser uno  de  los  aspectos  que  diferencie  claramente  la  innovación  de  la  reforma;  las  reformas  son aspiraciones  que  muchas veces  no  transforman  realmente  la  cultura  de  las  escuelas.  Se  podría decir que las reformas son los discursos del cambio y las innovaciones son cambios en acción.
g. La innovación es un proceso abierto e inconcluso que implica la reflexión desde la práctica.
La  innovación  no  es  tan  sólo  un  producto  sino,  y  sobre  todo,  un  proceso  y  una  actitud  o posicionamiento  ante  el  hecho  educativo.  Si  la  innovación  se  considera  simplemente  como  un producto final se corre el riesgo de caer en la rutina y en la instalación de prácticas o modelos que en su día pudieron significar una ruptura, pero que no lo son al momento actual. Muchas veces se siguen considerando como innovaciones experiencias que llevan veinte años de funcionamiento.
El  carácter  dinámico  y  procesal  se  pone  de  manifiesto  en  dos  hechos  distintos.  Por  un  lado, muchas innovaciones toman cursos diferentes en su puesta en práctica y van surgiendo nuevos elementos  o  propuestas  que  no  estaban  diseñadas  en  el  proyecto  inicial.  Por  otro,  un  mismo proyecto o programa innovador da lugar a innovaciones distintas en la práctica, en función de las peculiaridades  de  cada  contexto  en  el  que  se  desarrolla,  que  por  definición  es  irrepetible.  En definitiva,  se  puede  concluir  que  el  proceso  innovador  implica  la  innovación  dentro  de  la  propia innovación, tal como lo señalan diversos autores.
Considerar la innovación como proceso implica relacionarla estrechamente con la investigación y reflexión constante sobre la práctica, y con procesos de evaluación continua, como única vía de no caer  en  la  rutina.  Este  aspecto  es  especialmente  importante,  porque,  como  ya  se  ha  señalado, existe  una  gran  carencia  de  procesos  de  investigación  y  evaluación  de  las  innovaciones.  La investigación no es tarea privativa de los investigadores profesionales; desde diferentes corrientes, como  la  Pedagogía  Popular,  se  ha  legitimado  el  papel  del  maestro  investigador  que  observa, aprende y genera conocimientos a partir de su propia práctica.
La evaluación ha de ser también un componente fundamental de las innovaciones para identificar si realmente se ha conseguido transformar o mejorar cualitativamente el sistema y romper con el equilibrio  rutinario.  Dado  el  carácter  dinámico  de  los  procesos  innovadores,  la  evaluación  debe acompañar todo  el proceso  y  no realizarse sólo al final  del mismo.

Además de los  impactos, es importante  identificar  los  obstáculos  que  enfrenta  la  innovación  en  su  desarrollo  con  el  fin  de reorientar  adecuadamente  el  proceso.  Otro  aspecto  importante,  estrechamente  relacionado  con otros criterios señalados, es la participación de los protagonistas de la innovación en la evaluación y monitoreo de la misma. La evaluación formativa del proceso innovador es fundamental para el ajuste de la experiencia y su continuidad.

Escudero (PASCUAL, 1998) menciona, por su parte, cinco características que, en su opinión, son útiles para aproximarnos a la naturaleza de la innovación educativa.
a. La innovación educativa es un proceso de definición, construcción  y participación social.
Una definición de la innovación bajo estas categorías debiera obviar “aficiones” muy frecuentes a innovar  por  innovar,  a  la  precipitación  de  reformas  y  a  la  falta  de  solidez,  fundamentación  y legitimación  de  las  mismas,  así  como  a la  recurrencia,  también  frecuente,  a  planes  innovadores como “imágenes de marca” para partidos en el poder, centros, grupos de profesores.
La innovación como categoría social, por el contrario, compromete en un proceso de deliberación social, de concertación y de planificación, dirigido a reconsiderar los contenidos y orientaciones de los procesos educativos en un momento histórico dado, a la luz de las coordenadas ideológicas, sociales, económicas y culturales del sistema social.
Bajo  este  supuesto  el  cambio  educativo  no  es  pensable  al  margen  de  las  tensiones  y contradicciones  del  mismo  sistema  social  y  de  sus  líneas  de  fuerza  hacia  el  futuro.  Igualmente, máxime en determinadas coyunturas históricas de un país, el proyecto de cambio educativo ha de ser  ampliamente  debatido  y  avalado  por  todo  el  cuerpo  social,  y  no  relegado  a  las  decisiones coyunturales  de  la  clase  política  o  la  clase  de  los  expertos  y  especialistas.  Desde  el  mismo presupuesto,  innovar  en  educación  requiere  una  fundamentación  reflexiva,  crítica  y  deliberada sobre qué cambiar, en qué dirección, cómo hacerlo y con qué política de recursos.

b. La  innovación  educativa  merece  ser  pensada  como  una  tensión  utópica  en  el sistema educativo, en las escuelas, en los agentes educativos.
Innovación  educativa  significa,  entonces,  una  batalla  a  la  realidad  tal  cual  es,  a  lo  mecánico, rutinario y usual, a la fuerza de los hechos y al peso de la inercia. Supone, pues, una apuesta por lo colectivamente construido como deseable, por la imaginación creadora, por la transformación de lo existente. Reclama, en suma, la apertura de una rendija utópica en el seno de un sistema que, como el educativo, disfruta de un exceso de tradición, perpetuación y conservación de pasado.
Dicho  en  términos  más  próximos  a  la  realidad,  innovación  equivale,  ha  de  equivaler,  a  un determinado clima en todo el sistema educativo que, desde la  Administración a los profesores  y alumnos, propicie la disposición a indagar, descubrir, reflexionar, criticar...cambiar.
c. La  innovación  en  educación ha  de  parecerse  más  a  un  proceso  de  capacitación  y potenciación de instituciones educativas y sujetos que a la implantación de nuevos programas, nuevas tecnologías, o inculcación de nuevos términos y concepciones.
Esta  idea  pretende  destacar  cómo,  hoy  por hoy,  goza  de  mayor  credibilidad  y  validez  educativa una  visión  de  la  innovación  como  proceso  de  construcción  institucional  y  personal  que  la correspondiente,  ya  superada,  del  cambio  como  tecnología  del  diseño  y  difusión  de  programas educativos.
En  este  sentido,  una  innovación  ha  de  suponer  un  contexto,  un  espacio,  para  el  aprendizaje  y desarrollo de capacidades nuevas en los centros escolares, en los profesores, en los alumnos, y en la misma Administración, en los expertos, en el personal de apoyo.
d. La innovación educativa no puede agotarse en meras enunciaciones de principios, en estéticas relaciones de buenas intenciones
Es preciso que los proyectos innovadores, sin atentar contra el punto precedente, elaboren perfiles de los cambios unitarios y comprensivos en los que se defina con toda claridad la filosofía del cambio y sus metas, las estrategias metodológicas más plausibles, los materiales y recursos más idóneos, los nuevos roles y relaciones entre los sujetos.
En ausencia de este  nivel deseable de explicitación, los proyectos educativos  de cambio suelen resultar  inoperantes  por  lo  difusos,  opacos  a  la  crítica  por  lo  etéreos,  y  potencialmente  poco incisivos en la práctica.

e. Innovar  en  educación  requiere  articular  debidamente  una  serie  de  procesos  y establecer con cuidado una estructura de diversos roles complementarios.
Un cambio educativo exige ser debidamente construido y definido socialmente. También requiere un cuidadoso diseño. A este respecto, sin embargo, parece superada la etapa en la que casi todas las energías innovadoras habían de centrarse en la  elaboración de diseños de cambio sólidos  y científicamente  bien  avalados.  En  estos  momentos,  aunque  naturalmente  sin  obviar  estos procesos,  asistimos  a  la  era  en  la  que  ha  adquirido  una  importancia  decisiva  el  relativo  a  la “implementación” con sus correspondientes implicaciones.
Un  ámbito  decisivo  para  cualquier  proyecto  de  cambio  es  el  de  su  puesta  en  práctica,  el  de  su desarrollo en centros y aulas, y el de su transformación en procesos y resultados de aprendizaje para  todos  los  sujetos  implicados:  profesores,  alumnos,  expertos,  etc.  De  este  modo,  hoy constituye un imperativo pensar y decidir sobre el cambio tanto en las fases de su construcción y diseño como en las correspondientes a su implementación, evaluación e institucionalización.
El rol del profesor y su preparación profesional es decisiva en la realización del cambio, así como el papel del grupo de profesores, la función de los directores escolares, las funciones de apoyo de servicios  externos  y  su  organización  a  nivel  regional  o  local.  Sólo  una  adecuada complementariedad entre todas esas instancias  y sujetos parece ofrecer algunas garantías más verosímiles para el éxito de proyectos innovadores.

7.    Metodología

Se apuesta a la automotivación y autonomía del trabajo individual del alumno, sin perjuicio de la realización de actividades colaborativas o grupales. Se apela principalmente a la responsabilidad individual, la autorregulación y orientación hacia la tarea y el aprendizaje, todo lo que se refleje en los rendimientos obtenidos por los alumnos durante el curso. Se pone énfasis en estos aspectos ya que se parte del supuesto que el aprendizaje es un acto personal, vivenciado de forma diferenciado por cada uno, susceptible de ser complementado socialmente, pero que requiere previamente de un alto compromiso individual.
Una vez abordado este primer aspecto, se hace énfasis en el desarrollo de tareas teórico prácticas en las que los alumnos tendrán la oportunidad de desarrollar sus destrezas, ejercitar sus habilidades y mejorar sus niveles de logro a través del curso. Por esta razón, el curso no se encuentra exento de evaluaciones formativas y sumativas, las que darán cuenta de la totalidad del proceso.

8.    Opinión profesional

Es una vía para mejorar y transformar prácticas pedagógicas tradicionales, propiciando  abandonar “la memorización” y pasar al “aprendizaje activo”, además propicia un entorno de enseñanza-aprendizaje estimulador, diverso, creativo, lúdico y  participativo.
Aumenta la motivación y el interés del estudiantado por el aprendizaje, por lo que incide  positivamente en la asistencia a clases y la participación activa en el aula, dispone una oportunidad para trabajar la integración de diversas áreas del saber.
Favorece el trabajo cooperativo entre estudiantes y docentes y logra incentivar la creación de conocimientos y el intercambio de experiencias e ideas.
Favorece las habilidades de comunicación, interrelación y resolución creativa de problemas contribuyendo al desarrollo de competencias para la investigación y el pensamiento crítico, tomando en cuenta el desarrollo de la sana autoestima del estudiante y del mismo profesorado.
Favorece el fomento de los valores como base para la convivencia escolar y de paso favorece la vinculación escuela – familia.

Diversas variables  impiden,  obstaculizan  o  condicionan  los  procesos  de  cambio  e  innovación educativa, Carbonell(CAÑAL DE LEÓN, 2002)
La inercia institucional, existe una predisposición a continuar trabajando tal como se hace y se ha hecho toda la vida. Lo nuevo asusta e inquieta al profesorado porque pone en cuestión la acomodación a lo ya conocido y el mantenimiento de intereses y rutinas personales y profesionales muy arraigados. La docencia gusta, en su versión más alienada y funcionarial, de la estabilidad, la comodidad y la previsibilidad.
El individualismo, la cultura del individualismo docente se relaciona con metáforas del aula como caja de huevos. Se trata de un poder débil, pero el apego del profesorado al aula como  territorio  o  finca  particular,  en  el  que  nadie  ni  nada  se  inmiscuye  ni  lo  altera  un  ápice,  le proporciona una gran seguridad.
El corporativismo, este  tiene  dos  expresiones  organizativas:  la  constitución  de  pequeños  grupos  dentro  de  la institución escolar atendiendo a su pertenencia a un ciclo, departamento o área de conocimientos que pugnan entre sí por la obtención de más recursos, cuotas de poder y una mayor legitimidad; y la del colectivo docente en su conjunto que antepone la defensa de sus intereses particulares no siempre justos ni justificados-a los generales de la comunidad educativa. En este sentido, muestra su poder hegemónico en la toma de decisiones ante el alumnado y las madres y padres, sectores a los que ignora o minusvalora o con los que busca más el enfrentamiento que la colaboración.
La formación del profesorado Al  margen  de  su mayor  o  menor  predisposición  al  cambio,  se  constatan  grandes  lagunas  en  su formación  inicial  y  permanente.   Un  amplio  sector  del  profesorado  sólo  está  capacitado  para  la mera transmisión de contenidos. Y es obvio que enseñar la asignatura no basta; hay que disponer también de estrategias y recursos diversos para provocar un aprendizaje significativo y vinculado a las necesidades del alumnado y del entorno. Su capacitación, por otra parte, ha sido y continúa, siendo muy academicista y no se piensa el desarrollo profesional para la reflexión en la acción ni el trabajo cooperativo, condiciones imprescindibles para lograr una autonomía responsable y generar procesos de innovación.
La falta de un clima de confianza y consenso, no hay posibilidad de innovación sin un clima de confianza en el seno de los equipos docentes y en la comunidad escolar para compartir objetivos y proyectos comunes. Son requisitos previos o paralelos para emprender cualquier tipo de iniciativa. Ello requiere, sobre todo, modificar aspectos de  la  organización  del  centro,  así  como  los  mecanismos  de  comunicación,  representación  y comunicación  entre  todos  los  sectores  afectados.   Se  trata  de  crear  el  ambiente  psicológico  y ecológico adecuado para la mejora de las relaciones humanas y profesionales.
La intensificación del trabajo docente y el control burocrático, son  diversos  y  ampliamente  difundidos  los  análisis  en  torno  a  la  intensificación  de  las  tareas docentes y la proletarización del profesorado. Cada vez más los cambios acaecidos en la sociedad se traducen en nuevas demandas a la escuela como si ésta tuviese la clave para la solución de todos  los  problemas.  Esto   conlleva  un  agobio  y  el  aumento  del  llamado  malestar  docente.   Al respecto, conviene tener claro que las responsabilidades de la educación han de ser compartidas por todos los agentes sociales y en ningún caso pueden afrontarse desde la soledad de la escuela.
La falta de apoyos de la administración educativa, la  escasa  sensibilidad  de  los  poderes  públicos  hace  que  los  presupuestos  de  educación  sean bajos, los recursos técnicos y humanos escasos y los apoyos a la labor docente insuficientes. Esta desidia es aún mayor en la planificación, seguimiento y evaluación de los proyectos innovadores

10. Bibliografía.

·         Barraza Macías. A. (2013) ¿Cómo elaborar proyectos de innovación educativa?
·         Ríos Muños. D.; Reinoso Hernández. J. (2008), Proyecto de innovación educativa.
·         Rimari Arias. W. (2005), La innovación educativa, instrumento de desarrollo.
·         Ortega. P.; Ramírez. M.; Torres. A.; López. A.; Yacaplanti. C.; Suárez. L.; Ruiz. B. (2007) Modelos de innovación educativa. Un marco para la formación y el desarrollo de una cultura de la innovación.
·         Moschen. J. (2008) Innovación educativa, Decisión y búsqueda permanente.

·         Hernández. F. () La comprensión de la cultura de las innovaciones educativas como contrapunto a la homogeneización de la realidad escolar.

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